El trilema energético es un desafío que enfrentan los países para, por un lado, garantizar la seguridad energética, hacerla accesible para todos y lograr la sostenibilidad ambiental en el proceso. El Índice Mundial del Trilema Energético mide el desempeño de cada país en estas áreas y así proporciona información valiosa de su desempeño y resalta sus áreas de oportunidad.
El trilema energético es un desafío como tal, porque cada uno de sus objetivos entran en conflicto entre sí, y no es posible un equilibrio perfecto entre las tres aristas: la seguridad, la accesibilidad y la sostenibilidad. Por ejemplo, muchos países, en pro de garantizar el suministro energético, dependen de combustibles abundantes y baratos y fortalecen su infraestructura, con ello facilitan el acceso a la energía, pero comprometen la sostenibilidad ambiental, al promover formas de energía contaminantes.
Por otro lado, la sostenibilidad antepone minimizar el impacto al medio ambiente y la lucha contra el cambio climático y, como hemos visto, gran parte de su enfoque consiste en eficientar el desempeño energético. Sin embargo, esto pone en entredicho la seguridad energética, pues la intermitencia de las energías renovables pone en riesgo la capacidad de resistir interrupciones al suministro y su velocidad de recuperación.
El Índice Mundial del Trilema Energético mide el desempeño de cada país en estos tres parámetros y les proporciona información pata comprender su desempeño, se identifican las fortalezas y desbalances para guiar las políticas públicas para brindar acceso a energía segura, asequible y limpia, o por lo menos, con un impacto ambiental reducido.
Por ejemplo, la seguridad energética evalúa la capacidad de una nación para satisfacer de manera confiable las demandas energéticas actuales y futuras, resistir interrupciones y recuperarse rápidamente. Esto incluye evaluar la eficacia con la que gestionan las fuentes de energía nacionales y externas y la fiabilidad de su infraestructura energética.
Los conflictos políticos influyen en la seguridad energética. La invasión rusa a Ucrania creó un ambiente de incertidumbre, que provocó un declive en dicho índice. Como consecuencia, para poder proveer de energía, creció el apetito por energía barata pero contaminante.
La equidad energética mide la capacidad de una nación para brindar acceso universal a energía confiable, asequible y abundante para uso doméstico, comercial e industrial. Esto incluye el acceso a electricidad básica, combustibles limpios para cocinar y niveles de consumo de energía que impulsen las actividades económicas. También evalúa la asequibilidad de la electricidad, el gas y el combustible.
Los países que dependen en gran medida de los combustibles fósiles importados son los más vulnerables al alza de costos de la energía. Los países productores y exportadores de petróleo son las menos afectadas debido a los beneficios económicos y los subsidios energéticos; sin embargo, algunos países exportadores de energía con estructuras de precios integradas a su economía también pueden ver algún impacto. Es más factible que los países con una baja dependencia de las importaciones de energía y una dependencia mínima de los combustibles fósiles se vean mínimamente afectados.
Países importadores de energía como Israel, Suiza e Irlanda, dependientes de hidrocarburos como el petróleo y el gas, son los que se encuentran en mayor riesgo.
La sostenibilidad ambiental evalúa la transición del sistema energético de una nación hacia la mitigación y evitación de posibles daños ambientales y los impactos del cambio climático. Esto se centra en la eficiencia de generación, transmisión y distribución, la descarbonización y la mejora de la calidad del aire.
La comparación demuestra claramente el papel crucial de las fuentes de energía de bajas emisiones para lograr altas puntuaciones de sostenibilidad. Al diversificar su combinación energética y reducir la dependencia de los combustibles fósiles, los países pueden mejorar significativamente su desempeño ambiental y avanzar hacia un futuro más sostenible.