Con la confirmación de la próxima construcción de una gigafactory de Tesla en México, se han puesto en relieve los factores para la atracción de inversión en el contexto del nearshoring y el punto en común en estos factores tiene que ver con la energía, su producción, acceso, distribución y por supuesto, que sea limpia. Sin embargo, a pesar de la inversión de Tesla, el nearshoring en México se enfrenta a desafíos inmediatos de carácter sistémico y estructural.

¿Qué es el nearshoring?

Opuesto al offshoring, estrategia utilizada para subcontratar procesos de producción ubicadas en regiones con menores costos de mano de obra, el nearshoring es un fenómeno que se presenta como la relocalización de estos procesos de producción, más que nada manufactura, a empresas con mayor cercanía geográfica con Estados Unidos. Por su ubicación, México es un candidato natural para el nearshoring. Desde el 2018, proveedores estadounidenses han salido de China, pero principalmente se han reubicado en países del Sudeste asiático, principalmente Vietnam y Taiwán. De haber recibido la inversión de estas empresas, México habría crecido 1.42% anualmente contra el crecimiento de -0.40% de ese periodo y la industria manufacturera habría crecido alrededor de un 7% anual, en lugar de un 0.69%. ¿Qué está impidiendo una expansión más agresiva del nearshoring en México?

El acceso a la energía (limpia) y un cuello de botella.

El nearshoring podría significar $36 mil millones de dólares adicionales al año en exportaciones desde México a su principal socio comercial, Estados Unidos. Pero uno de los principales obstáculos es la generación y distribución de energía eléctrica. De acuerdo a la Secretaría de Energía de México (SENER), la demanda de energía crecerá a un ritmo de 2.8% anual hasta 2035; para responder a este ritmo de crecimiento, el país necesita invertir $100 mil millones de dólares en nuevas plantas de generación, es decir, 56 Gigawatts de capacidad para los próximos 12 años. Y precisamente, para alinearse con los objetivos de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero en conjunto con Estados Unidos, México necesita expandir su producción de energía limpia. Por ejemplo, el Plan Sonora representa en este escenario, 1 Gigawatt adicional por la inversión de la planta solar de Puerto Peñasco y hasta 5 Gigawatts adicionales de nueva capacidad por todo el plan en su conjunto. Por lo tanto, se necesitan por lo menos 10 planes similares al de Sonora para empatar el ritmo de la demanda.

No todo tiene que ver con la energía, aunque también se relaciona con la capacidad eléctrica actual. La demanda por espacios industriales ha sido tal, que los parques industriales a nivel nacional se encuentran ocupados al 97%, un máximo histórico. Muchos de los parques industriales han incorporado fotoceldas a sus instalaciones, pero esto no es suficiente. Para que pueda ver una expansión de los parques industriales, además de la inversión, es necesario garantizar la transmisión y distribución eléctrica.

Energía limpia, la pieza faltante.

México tiene muchos factores a favor para ganar la carrera por el nearshoring:

• El costo de mano de obra es un 25% más barato que en China.
• La frontera en común con Estados Unidos y el marco legal del TMEC.
• Una cadena de valor ya establecida e interconectada.
• Estímulos fiscales atractivos para la inversión.

Sin embargo, la pieza faltante de esta ecuación, y que es necesaria para redondear todos los factores a favor, es precisamente la energía limpia. El incremento de la capacidad eléctrica renovable instalada en México es el primer paso para ganar impulso en la carrera por el nearshoring y ésta necesariamente pasa no sólo por cumplir compromisos por emisiones, sino por desarrollar energías más eficientes y bajas en costos. La energía limpia no solamente es indispensable en la ecuación del nearshoring, sino además un destino ineludible.